Vislumbres de la India es un ensayo escrito en el año 1995 por el poeta y escritor mexicano Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura en 1990. Como el mismo Paz nos dice en las páginas de su libro, estuvo en India en dos ocasiones: la primera vez durante algunos meses en noviembre de 1951 como segundo secretario de la Embajada mexicana en el país, antes de ser enviado a Japón, y la segunda desde 1962 hasta 1968, ya como embajador, años en que presentó su dimisión tras la violenta represión que el gobierno mexicano perpetró contra las manifestaciones estudiantiles que tuvieron lugar en Ciudad de México. La idea de escribir un libro que quiere responder, como dice el mismo Paz, a la pregunta de cómo ve un escritor mexicano, a finales del siglo XX, la inmensa realidad de la India. Nació en 1993, casi diez años después de una conferencia que el escritor diera tras la invitación del primer ministro indiano Rajiv Gandhi antes de su asesinato en la India. Las veinte páginas de la conferencia fueron tomadas como punto de partida para escribir este ensayo que, como escribe Paz, “no es sino una larga nota al pie de la página de los poemas de Ladera Este.” Si en el libro de poemas Ladera Este y en el pequeño libro en prosa El mono gramático se halla escrito todo lo que el poeta vivió y sintió durante los seis años que pasó en la India, en Vislumbres, se ofrece en cambio una descripción de los rasgos principales del país, de sus paradojas, de su religión, de sus maravillas artísticas y arquitectónicas, de su cultura y de su historia, junto a algunas reflexiones de carácter político-filosófico del escritor que, en más de una ocasión, hace comparaciones entre la India y el Occidente en general, y la India y México en particular. En el libro se lleva a cabo una recapitulación de todos sus viajes a India y se intenta hacer un examen de qué cosa sea en sí la India: verdadero mundo aparte con su inmensa herencia histórica y cultural. Los temas tratados por el escritor en su ensayo son muchos, si bien todos examinados con la gran agudeza analítica y la sensibilidad típica del poeta mexicano, autor también de otro muy conocido ensayo, La llama doble.
Aunque se tratase de un libro de memorias, Paz afirma que se le debe definir como un ensayo porque el Oriente adquiere una significación política que le da la oportunidad de plantear una interrogación histórica sobre el destino de México, y de las revueltas de los pueblos de la periferia.
Vislumbres de la India es entonces un ensayo también de carácter político en que Paz se hace preguntas y reflexiona sobre las diferencias entre Oriente y Occidente, no solamente desde el punto de vista filosófico, sino también desde el político y el social. Al mismo tiempo no se puede, sin embargo, prescindir del hecho de que este libro es una descripción maravillosa y atenta de India como país complejo y peculiar, cuyas paradojas, tanto para bien como para mal, no dejan de asombrar y fascinar a Occidente.
En los cuatro capítulos de los que se compone el libro, se tratan varios asuntos de una manera paralela a la biografía del poeta. Si en el capítulo primero se le presentan al lector las ciudades de Bombay, Delhi y las impresiones que estas ciudades suscitaron en el poeta, de una forma que nos recuerda mucho los diarios de viaje, en el segundo capítulo: “Religiones, Castas y Lenguas”, empieza el verdadero viaje intelectual hacia el descubrimiento de una realidad tan compleja y muy difícil de entender por un occidental, la de la India. El mismo título: Vislumbre: indicio, realidad percibida entre la luz y la sombra, nos hace entender que la intención del poeta no es dar una imagen completa de esta realidad, sino un ensayo que no es para los especialistas y que “no es hijo del saber sino del amor”.
Lo primero que sorprende a un occidental que visita a este país es su gran diversidad hecha de violentos contrastes: modernidad y arcaísmo, lujo y pobreza, sensualidad y ascetismo y pluralidad de castas, lenguas, dioses y ritos. Paz en su obra habla mucho de la coexistencia de Hinduismo e Islam o sea de una religión politeísta rica de dioses y de otra cuyo monoteísmo es muy estricto; y analiza la herencia y los rasgos que estas dos religiones han dejado en la sociedad civil, cuyo planteamiento, a lo contrario de los países occidentales, es de matriz religiosa. Este análisis de la religión es un punto de partida para hablar de los personajes históricos hindúes o musulmanes que tuvieron una importancia particular en la historia del país: poetas, monarcas, guerreros… Paz nos presenta a poetas como Tukaram, Kabir, Tagore… a políticos como Babur, Akbar, Salim, que pertenecen al pasado, hasta la conquista de la India por los ingleses con hombres como Robert Clive, Warren Hastings y Lord Wellesley.
Aparte de la religión, el escritor mexicano analiza mucho también la cuestión de las castas e intenta dar una explicación histórico-filosófica de este rasgo particular de la sociedad india, que hizo que el país se quedase atado a su pasado arcaico milenario al ser un modelo de sociedad estática que no prevé cambios sociales y que constituye una realidad indiferente al concepto moderno de nación. Paz habla también mucho del concepto filosófico del karma y de la creencia en la transmigraciones de las almas, ambos muy importantes para entender las dinámicas sociales de la India. El segundo capítulo se cierra tras una digresión sobre la babel lingüística que existe en la India. En el tercer capítulo nos enfrentamos a una comparación que Paz hace entre India y México y las cosas en común entre ambos países. También habla de figuras históricas como la mística Catalina de San Juan y su origen probablemente indio, e incluso de las semejanzas entre las cocinas india y mexicana. Pero el capítulo es también una interesante comparación entre dos mundos muy distintos entre sí, es decir Oriente, con su filosofía de la inmovilidad y del respeto total de la tradición y el Occidente marcado por la filosofía griega y sobre todo por el Cristianismo. Tampoco podía faltar entre los personajes aludidos la figura de Gandhi, del que Paz analiza la vida, la razón de su importancia y los acontecimientos relacionados con su persona. Secularismo, nacionalismo y democracia son también temas tratados en este capítulo. En el cuarto y último capítulo: “Lo lleno y lo vacío” vuelven los temas filosóficos y religiosos: la transmigración de las almas, el karma, la herejía budista, el tantrismo, etc. También se reflexiona mucho sobre la aparente paradoja de la coexistencia de ascetismo y sensualidad en una religión como el hinduismo y de las diferencias entre el Occidente que condena la sensualidad en su filosofía y en su religión, y el Oriente que, en cambio, no tiene la idea del pecado. El libro concluye con una interesante reflexión sobre el tiempo, cuya idea es también muy distinta entre Occidente y Oriente y con una crítica que Paz dirige hacia la sociedad occidental, que con su desarrollo técnico y el poder sobre el mundo material que ha mutado la concepción clásica del tiempo y nos da la creencia en el progreso como ley histórica junto a la de la preeminencia del futuro, ejerció una fascinación también sobre las élites del viejo Oriente y causó una inversión de los valores tradicionales.