Site icon Café Boheme

Crítica al internet

En cuanto al mundo de las palabras, el hombre de hoy vive más que el hombre de edades anteriores. Los conceptos abstractos y las presuposiciones generales remplazan, mayoritariamente, experiencias inmediatas y realidades vivenciales. (Fidelius, P. 1983, p. 8) 

La actualidad es frecuentemente caracterizada por el término “informática”. Se habla de verdad y sobre la necesidad de estar informado. A la vez, se habla de la insuficiencia de información y de su encubrimiento; de igual manera, de su manipulación. Generalmente, aquello que nos rodea, lo trivial, no despierta nuestra curiosidad, pocas veces concientizamos el significado de la información, y que esta información está relacionada significativa y fácticamente con la manipulación. A más colmados de información, menos sabemos y menos vivimos el mundo real en perjuicio de un mundo ficticio construido a partir de palabras e imágenes informativas. La información deja de ser noticia, paulatinamente pierde su naturaleza de responder a los justificados estados de plenitud y de realización del mundo. La información se convierte en noticia del mundo ficticio: de quién y qué sabe, y qué y quién no sabe; inclusive, qué es tal o cuál, ésto o aquéllo. Saber qué sabe cada cual. No tanto en saber lo que saben aquellos que no saben.

La información incluye cada vez más experiencias directas, realidades vivenciales. Realidad es aquello sobre lo que estamos informados, y sólo ello percibimos como creíble. Asumimos lo dado y desestimamos concientizar. No nos dedicamos más a la realidad sino sólo damos importancia a aquello que nos es informado; no observamos lo que sucede, tan sólo seguimos la información. El mundo está constringido a la imagen, a la parcialidad y, por ende, a la realidad artificial. Y ésta es más inmune a nuestros deseos. No instiga a la violencia, pero sí violenta en el plano de la noticia sobre la violencia. La mala o buena información cambia nuestras vidas más que un par de bofetadas o una buena cacería; más que lo verdaderamente natural.

Seleccionamos el mundo según el interés del periódico en venta, o bien, según el costo de nuestra antena parabólica. Vemos el mundo tan claro y verdadero según las referencias electrónicas preferidas. Comenzamos a vivir el mundo de las palabras y de las imágenes. El lenguaje plenamente remplaza la realidad. No es más necesario manipular la realidad original. En el mundo real se omiten las razones en aras de represión. Tenemos la opción de seleccionar cualquier mundo, inclusive el real. Y bien podemos, libre y confiadamente, sustituirlo por uno ficticio. La realidad tal como está organizada y presupuesta es manipuladora y manipulativa. Es la manipulación su principal característica.

No es de sorprenderse que la tan citada frase “vivir en la verdad” se limite al consentimiento o confrontación con cierta estación televisiva, con determinada red electrónica, con los discursos de políticos o con referencias de lecturas. La verdad se transforma paralelamente a la manipulación de palabras. En cierta medida, y a diferencia de la realidad, del viento o de la lluvia, es posible ordenar las palabras. ¿A qué precio? La presentación de la realidad se convierte en ideología, ideología de la realidad, justicia, ciencia y arte.

El lenguaje y el habla no son más discurso del pensamiento, no son conversación o la realidad misma, sino evasión del pensamiento y de la realidad. El lenguaje que se opone al lenguaje no es más explicable sin una referencia uniforme. Ya no es posible comprender, pronunciar y, finalmente, no es ni siquiera importante saber qué decimos. Aquél que sabe sobre lo que habla, mayoritariamente, tampoco sabe lo que dice. En tal caso -no poco frecuente- sabe porque habla: para convencer sobre algo, aquello enteramente ficticio. Puede conllevar una impostura.

El internet es capaz de “hechizar, encantar” la realidad. Cierta ideología comienza a funcionar como leyenda; siendo el primer punto a revocar. En cuanto más nos interpongamos, más perdemos el suelo bajo los pies. Nuestra verdad y mentira pierden significado y, con ello, sentido; dejamos de cargar la responsabilidad sobre nuestros hombros. Aunque ahora tengamos ante qué interponernos, para estos momentos, sería ya tarde no coincidir. Quien no tomó con seriedad la propaganda del internet no es considerado “normal”, o sus palabras son retóricamente vacías.

No es del todo comprensible cómo el discurso del internet hechiza. Consistiría en una especie de exorcismo a los jurados usuarios, generadores activos e institucionales del internet a participar en círculos mágicos cuyos lazos se involucran. Llega el momento en que no importa en lo absoluto si creemos en el exorcismo, sino en si participamos de él. De aceptar tal participación -inclusive bajo el sólo seño de un giño, para no conferirnos como intolerantes- o de aceptarlo como plena tontería, entonces no lo tomamos en serio. El principio del encanto, la magia de la mentira del mundo institucional puede sonar como si el mundo se dividiera en dos partes; siendo verdadera sólo la hechizada.

La propaganda totalizadora estriba en sugerirnos qué podemos escoger de entre las posibilidades. Es inclusive perpléjico ver la facilidad con que el pensamiento humano se deja aterrorizar, de no consentir con la disyuntiva de “ésto o aquéllo”. La entronización de la totalidad es apartir de la sustitución lingüística de la realidad. Comienza la lucha entre la realidad y la ilusión, comienza la descomposición en clases equivalentes, siendo más y más refinadas (o bien brutales y groseras; dependiendo del punto de vista de quien mira) e igualmente menos distinguibles. La verdad del mundo electrónico, como “unidad”, forzosamente se convierte en una única y verdadera “realidad”. El proceso establecería, quizá, el imperio de la “ilusión”, ahí donde se pudiera trasladar todo aquello que en nuestro mundo “real”, por una u otra causa, no entra.

En cierta manera, el saber de la red es no ser causal sino “mágico”. Conlleva una diferente concepción del tiempo donde faltan los propósitos individuales y el sentido; carece de pasado o futuro. El método clásico de la memoria aditiva –como componente carente– y sus conocimientos han sido deformados fuera de sí, es decir, por otras esferas comunicativas. Ante ello, es necesario llamar la atención sobre los signos que sostienen el discurso. Para que los signos permanezcan como signos, requieren leerse literalmente, verse en su plenitud, ocuparnos de alguno; consecuente y parcialmente tomarlos en serio. Examinar cuáles son sus huellas o trayectoria, sin decir de antemano qué o de qué es signo. Tal actividad es requisito indispensable de la genialidad del lector.

Pero, actualmente, la capacidad crítica de la masa -como atemporal y virtual muchedumbre- disminuye en directa proporción a su tamaño. Principio conocido por la “democracia occidental”; esmerada destreza a perfeccionar por el internet. La masa ya no se reúne a determinada hora ante la televisión. La masa postmoderna es particularmente individualizadora: cada una está, de igual manera, convencida de su particularidad, de su prefabricada individualidad. Sin concebir el tener que reunirse a una hora determinada (sólo la gentuza se encuentra a una hora fija), los civilizados, ellos, ante el internet. Ahí todos examinan, deciden y discuten sobre temas importantes, como sobre qué tiene la masa internética que comprar y por quién debe votar. Mas si por error se hallasen los participantes activos del internet en alguna reunión equivocada, en una otra masa a la que originalmente se dirigían, el error es generalmente imperceptible. Reuniones análogas son recíprocamente trastocadas. En todas partes fluye la misma publicidad, los mismos slogans, que al final dirigen hacia la pornografía y a demostraciones pagadas. Es ya profesión y empleo ser parte de la masa. Además, estos participantes activos no deben, como el resto de los integrantes de la masa, ir a lugar alguno o estar en algún lugar a hora determinada; a pesar de que todos se encuentren al mismo tiempo en el mismo lugar: justo ahí, frente a la computadora. El tiempo ha permitido extraer significado y sentido individual. Seamos quienes seamos (hemos logrado unificar necesidades individuales), ante la misma pantalla somos irrepetiblemente personalizados por la publicidad; aún cuando al mismo tiempo se emancipen las masas. De todas maneras, nada se estropea. Igual que tiempo y espacio, sentido y significado han sido extirpados: el internet no tiene pasado, no tiene futuro, conoce sólo el presente. Sin importar lo que haya sucedido, y suceda lo que suceda, está en el internet.

En la orquesta de la actual sociedad electrónica, el individuo juega una mayor o menor función. Ninguno conoce a plenitud la partitura o tiene posibilidad de leerla, siendo remitidos a las indicaciones del dirigente, quien lleva el compás, el qué y el cómo tocar, tiene la facultad de cambiar la partitura o reubicar la orquesta en interés del mejor arreglo de la composición. Sólo el director valora el arreglo y sin él la actividad de la orquesta pierde sentido. Los ejemplos diarios son una suma o resta -inclusive para los que no suman- de una falsa analogía. Un arreglo violento de las reglas sólo puede ser un ejemplo de manipulación a la realidad. Es el internet una bonita ilustración de nuestra vida fuera de la realidad. No se reacciona a los “hechos” de lo que sucede, sino es necesario, acaso, subordinar el sistema de construcciones y adherirlas unas a otras; después, entonces, es posible reaccionar. A cada paso, el internet contiene ejemplos vociferantes de las reconstrucciones mecánicas (virtuales) del mundo cuyos mecanismos y transformaciones funcionan.

La semiología no es el discurso sobre modelos o sistemas de signos, ya que se perderían las propiedades del signo y las características locales en relación al signo. Las reglas y/o funciones de los actuales constructores de mecanismos de métodos uniformes pretenden distribuir recursos y/o aplicar reglas mecánicas libertarias o de censura para mostrar el subconsciente general. Pero, al analogizar modelos y sistemas globales, se desvanecen las capacidades locales de expresión. La simplificación de los mecanismos del lenguaje (en ideología y formulaciones) simplifica la realidad, lleva a la ideología a considerar que hay clara visión en las palabras que reflejan el mundo. Los mecanismos del lenguaje, sean estos la lógica del lenguaje o reglas de composición o de escritura, exigen, ante todo, una unificación en la normalización de la realidad, una mejor descripción del lenguaje acerca la realidad e independiza la sustitución de características uniformes. Al sugerir y entender al lenguaje por sí mismo, acaba estableciéndose. Dirige al mundo. El lenguaje deja de ser un lenguaje-medio del pensamiento, ahora es un lenguaje que divaga el pensamiento.

El signo sin mitología pierde adjudicación. Se convierte en una simple “palabra”, símbolo, que puede ser voluntariamente sustituída por otro signo, símbolo o palabra. Ideología es sustituída por mitología. Lo que suceda -de deslindarlo de la ideología, de la mitología o ambos- es relevante de acuerdo a la concepción de los mecanismos de una cultura concreta. El desmitologizar revelaría principios emblemáticos. Delimitar del internet aquello que lo convierte en signo y le permite “leerse”, degrada el signo a símbolo -para después buscar su secreto. Es como jugar a las escondidillas y esconderse de sí mismos. Quizá, por fortuna, no logremos desmitizar ideología, símbolo, emblema o mito. En caso contrario sería necesario delimitar los mecanismos de su presente, futuro o pasado. Pero, a diferencia de desmitologizadores actuales -de los cuales no discernimos de tratarse de “mecanismos” o recetas, procedimientos o índice de reglas implantadas para picadora de carne, ortografía, de la libertad o de la hasta entonces censura-, concretizar la cultura podría ejemplificar su maquinaria que, paradójicamente, no logran ni institucionalizar ni desmaquinizar.

Sería necesario mostrar el significado del mito por cómo el signo es sustituído por ideología. Analogía entre mito e ideología (de considerar analogía en relación al signo). De no desmitizar, queda uno en mano con el arma más potente: la relación del lenguaje hacia la realidad, la posibilidad de leer el signo. Pero, de existir desmitologización, no habrían banales oposiciones que estrechar. De este discurso es posible “reconstruir” la realidad; sabiendo dónde, cuándo y cómo llega la manipulación de la realidad, pudiendo informar sobre noticias al respecto. Justo entonces un lector cuidadoso comienza a describir la realidad, revela aquello que encumbre el símbolo. Rorty se sorprendería.

Parte fundamental de los servicios del internet -idilio del ágora-, la que mantiene las finanzas fluyendo, es la pornografía -llamada erótica, entre otros eufemismos. (En la República Checa la pornografía es seguida por publicaciones de dominios con rasgos fascistas o racistas que suprimen los derechos de otros ciudadanos, por ejemplo, el servicio checo de información electrónica llamado “Idnes” (Internet hoy) o los dominios “Neviditelný pes” (Perro invisible), entre otros). La vida y las actividades del internet son constantemente vigiladas. Los informantes y el control de las páginas electrónicas presentan, legal e ilegalmente, intereses estatales (servicios secretos), comerciales (mayoritariamente software y venta de información) y privados (informantes bajo paga llamados información sobre el vecino). No podemos decir que haya libertad empresarial alguna en el internet. Las páginas pedofilicas y de contenido pornográfico son las únicas que no profitan del ágora por ser ya controladas por la misma mafia que controla la prostitución y la venta de droga.

Conviene vender a través del internet tanto productos materiales como inmateriales: ideas, ilusiones, información, o bien costosos sistemas de transporte y servicios. (Para llegar a las cadenas comerciales, el cliente debe pagar el transporte, llega y carga su compra, le sirve un personal descalificado y mal pagado; a diferencia del personal calificado que asegura el internet). Hoy en día, después de la pornografía, es precisamente este tipo de ventas las más redituables. La ilusión de que los empresarios y las cadenas comerciales electrónicas en un cercano o lejano futuro enriquezcan es, entre otros motivos, motor propulsor en la venta de diversos servicios electrónicos. La ilusión de las masas se alimenta de mitos sobre la personalización, la desmasificación retomada por la publicidad: “Si quiere distinguirse, compre ésto y aquéllo”. Un ejemplo interesante es el ya considerado viejo libro del matrimonio Toffler, “La tercera civilización”.

La información tiene hoy un mayor valor de lo que cuesta. Prolifera la lucha por el intercambio de la venta de información. Es posible obtener noticias menos importantes hasta llegar a generar información de lo que ciertamente no sucede. Se consagran grupos de aquellos que saben. ¿Saben qué? Una insistente e intensificada afirmación sobre la necesidad de información se convierte en necesidad. Precisamente, el derecho a la información se vuelve el dogma más predispuesto; a pesar de que no es posible desvanecer la impresión de que alguien logre saber algo. Ciertamente, puede parecer una pérdida del verdadero conocimiento, opinión y dominio de cómo es el mundo. Dirección desconocida. Ejemplo, el del lingüista checo V. Skalička, de como, del estar en el concurso de imitadores acaba uno siendo imitado. Vemos como con gusto o con sorpresa, bajo el funcionamiento de reglamentaciones, se conlleva a una violencia de la realidad.

De querer formar parte de este negocio de noticias es necesario participar en él de alguna manera. Adueñarse de las noticias, crear o descrear, describir, componer, comprar, vender o intercambiar, referir un lugar donde encontrar, digamos, conectar alguna información y/o participar de ella. Aunque en este mundo no esté claro qué es y no es información, a qué responde esta información o si es sólo in-formación; de no ser de-formación, manipulación. ¿En manos de quién está tal formación? No es claro si la información recibida es admitida o si conlleva un sujeto-objeto, cuál es la influencia de su contenido o a quién está destinada; cuál es su sentido y significado. ¿Relativamente qué o a quién forma la información? ¿Nos comportamos, acaso, como sombra de producción electrónica? ¿Están nuestras sombras orgullosas de nosotros o somos presuntuosos ante ellas? Generalmente predomina una lujosa presuposición.

Referencias consultadas:

FIDELIUS, Petr. Jazyk a moc. Mnichov : Arkýř, 1983.

FLUSSER, Vilém. Za filosofii fotografie. Praha : Hynek, 1995.

HODGE, R., KRESS, Gunter. Language as Ideology. Routledge, 1993. JENKES, Charles, A. The language of Post-Modern Architecture. London: Academy Editions, 1977.

KOSIK, Antonín. Pospojovaný svět. Praha : Prostor, 1997.

LYOTARD, J.F. La condición postmoderna: Informe sobre el saber. México : FCE,1979.

MACURA, Vladimir. Št’astný věk. Praha : Pražská Imaginace, 1992.

SKALIČKA, Vladimir. Vladimir SKALIČKA. Praha : Academia, 2006.

VATTIMO, Gianni. La società trasparente. Milano : Garzanti, 1989.

WITTGENSTEIN, Ludwig. Tractatus logico-philosophicus. Routledge, 2001.

http://www.vulgo.net/index.php?option=com_content&view=article&id=1128:critica-al-internet&catid=42:studia&Itemid=147

Exit mobile version