Raúl enjuto flaco dentro de su abrigo color café de gamuza autentica longilíneo con serenos pasos , pausados sinusales descendió por la escalera mecánica interminable inmensa infinita , límpida ploma de metal prístino – ráfagas de viento gélidas ascendían cual torbellinos empujadas por los metros cuyos sonidos aplazados, nuevos, renovados penetraron por sus tímpanos, entró al vagón los puestos en filas disponibles dispuestos le invitaron a dejar caer su frio cuerpo , al frente pernoctaba placida una provecta dama cuyo rostro con grietas de tiempos idos manifestaron su juventud abyecta,obcena, promiscua, la semi anciana abrió sus grandes ojos azules vívidos vivaces, picaros, lascivos que misericordiosos y misteriosos escrutaron a Raúl , él no torció su cabeza su mirada morena chocó ante la oceánica de ella encallo en sus iris y sin haberlo dicho llamados por una energía misteriosa , metafísica , cuántica observaron que eran avistados por un- extraño ser- cuyo melena castaña entre rubia y negra pungente destilaba olores pútridos sus parpados pesados llenos de caspa se confundían con la nieve de la calle, la piel del pordiosero seca y grisácea con retinas sanguinolentas se posaron sobre Raúl y la anciana , un escalofrío de espanto envolvió el ambiente hasta los fierros inertes de los durmientes por sobre donde corrían los vagones del metro sintieron miedo, la anciana señaló con el dedo índice a los pies de Raúl una y otra vez señaló , él mítico poseso cuyas greñas tapaban parte de su rostro calacinado habló en lengua muerta , Raúl no sonrió llenándose de fuerza hincó su visión sobre la sexagenaria , ella evadió la mirada, el monstruo con pasos descoordinados se abalanzó breve como si una macabra esencia poseyere , Raúl lo escuchó éste prorrumpió en latín – lumine deum- , por el Dios de Luz caridad, Raúl atónito , impertérrito, pétreo, marmóreo mimetizado con el clima y sobrecogido de horror no comprendió sus palabras , Baphomet insistió,- tunc dimisit me super pedes tuos reciperare pecunia espetó a continuación lo hizo en prefecto español- entonces déjame recoger las monedas que están a tus pies- Raúl miró con mayor adustez al pordiosero, directo a sus orbitas oculares que se hallaban dilatadas como sol de verano , como lenguas igneas de fuego, éste se puso de hinojo recogió los maravedies con inusitada velocidad bajo del vagón como alma que lleva el diablo- Raúl pensó- me han robado- revisó sus bolsillos todo estaba en orden salvo el arrepentimiento de no haber ayudado a quien Dios había puesto en su camino…Ss
Pablo Guerrero Martinez
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